domingo, 31 de mayo de 2009

Jenny Saville, la corporalidad como discurso

Jenny Saville es una joven artista inglesa, nacida en Cambridge en el año de 1970. Desde los primeros años de la década de los noventa, Saville comenzó a exponer sus obras y éstas a ser reconocidas por la crítica de arte. Y es que la peculiaridad del arte de Jenny Saville es que se halla inscrito dentro de un contexto en el que más que nunca la construcción del cuerpo del individuo es de índole social: la moda, los parámetros estéticos femeninos, la ciencia y las nuevas tecnologías en la medicina, son discursos que dominan la percepción propia de la condición física y material.
Uno de los temas que ha sido tocado por la artista a este respecto, es precisamente el de los transplantes y la manipulación genética en animales como el cerdo para fines médicos y de salud en beneficio del ser humano. En una ocasión la artista tuvo oportunidad de retratar cadáveres de marranos que fueron utilizados para investigación médica, y de esa experiencia surgieron obras que suelen ser grotescas e impactantes a la vista del espectador; obras que hacen énfasis en la cercana relación que hay entre el cuerpo despreciado del cerdo y el del ser humano.

Las cuestiones de género que resultan ser tan polémicas en las sociedades moralistas y patriarcales, son otro tema al que Jenny Saville hace referencia en sus obras. El transexualismo por ejemplo, es pintado por la artista gracias a la cooperación de un modelo real, de un individuo que efectivamente es mitad hombre y mitad mujer.

Otra de las peculiaridades de la propuesta de Jenny Saville consiste en que, muy a pesar del surgimiento del arte conceptual a finales de la década de los sesenta, y de que desde esta perspectiva parecía acercarse la muerte de la pintura, las obras de la artista presentan una técnica muy bien manejada, cuyo material básico es el óleo.
En este sentido, la obra de Jenny Saville, contribuye a la reivindicación de la pintura como parte importante de las artes plásticas y como medio expresivo vigente en la actualidad.

Sus imágenes son figurativas, pero son un recurso del que la artista echa mano para plantear una propuesta que tiende a la reflexión. Los colores que utiliza en sus series de mujeres obesas van desde los grises, los rojos, los azules hasta los colores tierras, para plasmar el dolor y la degradación de los cuerpos, como si estuvieran colgados o tendidos en una carnicería.
La plasticidad sigue siendo en la obra de Saville un elemento fundamental para que sus conceptos sobre el mundo contemporáneo puedan ser observados y asimilados por el espectador.

Tal y como lo hacía Rubens, Saville pinta cuerpos voluminosos y obesos, que sin duda encuentra estéticos, pero es evidente que de una manera diferente a la de Rubens: Lo grotesco, lo crudo, lo sangriento, e incluso lo sucio tienen para la artista un valor que logra un fuerte impacto en el espectador; un impacto que va desde el asco y el rechazo hasta la conmoción que genera ver los autorretratos de Saville en los que su propio cuerpo aparece masacrado.

Podría afirmarse pues, que la aportación de esta joven artista a la cultura y al mundo del arte contemporáneo radica en dos aspectos principales. El primero es que en su obra se manifiestan las contradicciones, las ansiedades y las disyuntivas a la que la artista se enfrenta como parte de la sociedad, preocupación que es evidenciada en sus autorretratos.

Los parámetros de belleza y la manera en cómo se concibe y se representa el físico en occidente, son exigencias plasmadas en sus cuadros de gran formato. Saville, aborda las relaciones corporales entre los individuos, retrata las distintas facetas la vida de la mujer siendo el cuerpo un texto en el que se puede leer toda una construcción cultural.

En un segundo aspecto, aunque el tema del feminismo puede parecer en nuestras épocas muy trillado, Saville hace una nueva lectura de esta ideología, pues pretende llegar más allá de un discurso apelando a las sensaciones y a las emociones más escondidas del extraño placer que nos produce el ver trabajos que se asemejen a una dura realidad.

Las obras más recientes de Jenny Saville entrañan un discurso que se apega a las realidades sociales, en las que la mujer es valorada por su físico y en consecuencia se ve orillada a recurrir a los salvajes procedimientos de la cirugía plástica. Es por ésta influencia de los hechos sociales y culturales que la obra de Saville es considerada hasta cierto punto agresiva en sus imágenes. Pero se trata de una agresividad que está implícita en la misma sociedad y lo que hace la artista es mostrar a su modo muy particular, una realidad que muchos aún se niegan a reconocer.


Fuentes:
http://www.saatchi-gallery.co.uk

sábado, 30 de mayo de 2009

Leticia Moreno Buenrostro: 50 años compartiendo su Vida en la Academia


Ganadora de numerosos premios, merecedora de otras muchas distinciones, la Maestra Leticia Moreno Buenrostro pasa la mayoría de las tardes en el taller de escultura en madera de la Academia de San Carlos, transmitiendo su sensibilidad y conocimientos técnicos a las nuevas generaciones de escultores mexicanos. A punto de cumplir medio siglo de enseñanza en las artes, acudimos a entrevistarla y en una amena conversación, nos habló de su vida en la escultura y de su labor en la academia. A continuación presento un breve fragmento de esta entrevista realizada en febrero de este año, por la fotógrafa Paola Torres y yo, siendo muy interesante y emotivo lo que la maestra Buenrostro nos compartió.

¿Cómo se inicia en la escultura?
Mire me inicié en la escultura, que no era propiamente escultura, sino modelado. Mi abuelito y uno de mis tíos tenían un apiario en la huerta. Cada determinado tiempo, extraían la miel e iban depositando la cera en unos botes. Yo empecé a coger la cera, se me hizo muy noble y ahí comencé con figuritas chiquitas, animalitos, caballos, perros, gatos y después, ya con figura humana y empezando a tallar palitos que me encontraba en la huerta de mi casa. En el año 53 inicié mis estudios aquí en la Escuela Nacional de Artes Plásticas y he seguido ocupando el taller como maestra del taller de escultura en madera.

Maestra, ¿cuántos años lleva usted dando clases aquí en la Academia?
En la universidad yo empecé en el año 59, entonces cumplo el 16 de junio del 2009, 50 años de servicio.

¿Cuál ha sido su experiencia y su sentir, al preparar a muchas generaciones de escultores mexicanos?
Lo que yo he experimentado siempre, es que cada quien trae ya lo suyo. Está dotado ya como escultor, pintor, dibujante, grabador; así es que, es muy poco considero, lo que el maestro aporta porque los alumnos, casi todos los que han pasado por este taller, ya están capacitados para realizar obras y crear.

Maestra, le agradecemos mucho su tiempo y una felicitación por sus 50 años en la enseñanza de la escultura.
A ustedes y con mucho gusto.

André Breton, su interpretación surrealista sobre México

Como es ya muy sabido, uno de los escritores e intelectuales más sobresalientes del siglo XX, André Breton, sintió una gran atracción por la cultura de nuestro país, pero ¿cuáles fueron estos elementos que hicieron que André Breton viera en México un lugar donde el surrealismo se materializaba?

En sus primeras aproximaciones y desde muy niño, el autor del Manifiesto Surrealista contempla la existencia de México al acercarse a este por medio de la lectura de diversas novelas, entre las que figuran “El Indio Costal”, de Gabriel Ferry, la cual narra diversos acontecimientos que tienen lugar durante la guerra de Independencia. Para Bretón la idea de los mexicanos luchando por su independencia constituye un ejemplo de la actitud de insumisión y rebeldía que tomaría años después con el movimiento que encabezó.

Así, la Revolución Mexicana y en particular el movimiento encabezado por Emiliano Zapata , son hechos que el artista tiene muy presente durante sus años como iniciador del movimiento surrealista; México representaba el país donde la liberación resultaba una idea en boga, ésta junto con la transformación y el cambio que proponían los movimientos armados de su historia, fueron elementos que el artista asoció con el movimiento surrealista.

El positivismo de Porfirio Díaz, el apoderamiento de capital extranjero sobre las tierras de cultivo así como la explotación de los indígenas en las haciendas decimonónicas, fueron elementos que provocaron la lucha armada revolucionaria; una lucha contra los valores considerados Occidentales, que se asemejaban en gran medida a aquellos contra los cuales se oponían los surrealistas. Bretón veía en México, un sitio en el que se hacía una lucha paralela a la que él proponía con el movimiento surrealista. Un país en el que la sinrazón y la violencia eran producto de la lucha armada con aspiraciones a la liberación, era un punto muy atractivo para su propuesta estética en la literatura.

André Breton encontró en la cultura mexicana, un lugar en el que recuperaba aquello perdido en un pasado idealizado; una edad dorada y un tiempo donde el hombre primitivo vivía sin la creciente industrialización y el materialismo a los cuales se opone el artista en su famoso manifiesto de 1924. Todo esto, propiciado por la identificación del pasado indígena y la idea de México como aquel paraíso añorado.

Los surrealistas pugnaron por una forma diferente de ver el espíritu humano, en donde lo real y lo imaginario, la verdad y la mentira, lo bueno y lo malo, la vida y la muerte convergieran y pudieran coexistir en armonía. El humor negro mexicano materializado era un buen ejemplo de tales dicotomías, en especial la obra del grabador José Guadalupe Posada, quien con su imagen de la catrina, plasmaba gráficamente la idea prehispánica de la vida cotidiana y su proximidad a la muerte; por supuesto sin dejar de lado la vasta cantidad de mitos y leyendas que se fueron formulando casi por tradición oral alrededor de las figuras revolucionarias; historias que mitificaban y consagraban a los héroes caídos, mártires de las causas perdidas.

Para Breton, México y su expresión artística tuvieron un papel en el replanteamiento surrealista del universo humano, que se oponía a la hegemónica cultura de la burguesía. Un verdadero ambiente mágico se respiraba en México, lugar custodiado por las piezas prehispánicas que lejos de ser meros objetos inanimados, representaban el pasado mítico todavía activo en México. No se trataba de las piezas "ornamentales" que tanto aterraron a los conquistadores españoles, sino de dioses, representaciones del inconsciente humano, y la materialización de sus sueños.

La presencia mítica del pasado es la radical oposición al pragmatismo y a la eficacia impuestas por el sistema capitalista, en ese entonces ya creciente y demandante. Los mitos, formaron parte de la postura anticolonialista de los surrealistas, pues el movimiento optó por las culturas no occidentales, por sus valores y creencias.
En este mismo sentido, la artesanía como expresión popular, era el testimonio físico de un intento del artesano para conciliar su realidad con sus sueños. Breton apreció también el aspecto técnico de la realización de estos objetos, que en su opinión respondieron a la necesidad de plasmar la individualidad del artesano. La artesanía es valorada por el poeta, porque se resistía a perderse en medio de la industrialización y la producción en serie.

Fue así como Breton idealizó a la cultura de México, la forma como desde su contexto interpretó un espacio que sin duda fue atractivo para otros creativos, el caso más cercano quizás, es el de Sergei Eisenstein con su famoso film "¡Que viva México!" y no se diga en la actualidad, pues este país sigue siendo un foco de atención para artistas e intelectuales que encuentran aqui una fuente de “inspiración”, un lugar en el que a pesar de sus contradicciones, la libertad creativa se manifiesta al unísono de una de mis frases favoritas del fundador del surrealismo:

“NO SERÁ EL MIEDO A LA LOCURA LO QUE NOS OBLIGUE A BAJAR LA BANDERA DE LA IMAGINACIÓN”



Fuentes:

Un listón alrededor de una bomba: una mirada sobre el arte mexicano: André Breton, Rafael Tovar y de Teresa (coord.), Instituto Nacional de Bellas Artes, México, 1997.